La materia prima es esencial que sea de calidad, y nosotros partimos de una leche fresca de procedencia ecológica de nuestras vacas. Es una leche suave y refrescante, y como las vacas tienen pasto libre, su alimentación da a la leche un toque dulce que hace que sea única.
Pasteurizamos la leche con placas para garantizar la máxima calidad y preservar todas sus propiedades. Hagamos una pasteurización a baja temperatura y muy rápida; poco agresiva. Lo más similar a la leche cruda pero biológicamente segura. Con las placas la leche pasa de 4°C a 75°C y de nuevo a 4°C en sólo 4 segundos. No llegar a los 80 grados hace que el calcio sea más estable y que las grasas buenas, las omega, no se conviertan en polisaturadas.
No homogeneizamos la leche para conservar mejor sus cualidades. Así que, si no removemos la botella, la grasa se separa formando un tapón de nata natural. Esta nata es deliciosa para comer sola, pero si charbotamos la botella, también se disuelve de nuevo.
Solo hacemos leche entera. Consideramos que es necesario manipular el mínimo los alimentos y que estos sean lo más fieles posible a cómo salen a la naturaleza.
